La soledad del raver.

El raver reparte pizzas, es casi imberbe, afeita su escasa barba con una vieja maquinilla Braun de dos cabezales, o estudia minuciosamente los flujos de tesorería, tal como le enseñaron en el MBA Executive cursado en Londres con el dinero de las stock options familiares. El raver vive en una habitación de apenas diez metros, con un viejo armario destartalado, y cientos de cd´s guardados en cajas que apila en una mesa demasiado delgada. El raver marca la contraseña -el título de una novela de Samuel Beckett-, en el control central de su casa domótica, que hace subir con la lentitud de un nocturno de Chopin, las persianas de acero de 150.000 dólares.

El raver apenas piensa en nada, ni en la densidad del tráfico a las 22:35 en el centro de la ciudad, ni en la aplicación de las nuevas normas NIC. El raver sólo espera. Calzar las zapatillas, enfundarse la sudadera. Y entonces ya no es nadie. Sólo una persona cegada por las luces que giran, un derviche químico que siente las líneas de bajo en el estómago. El raver no besa a las chicas que rozan sus pechos mientras bailan frente a él. El raver sólo danza. Como el aborigen que siente la tierra ardiente bajo sus pies. El raver no lleva reloj, no importa el tiempo, si fuera el día ya ha llegado. El raver enjuaga el sudor que entra en los ojos, y da un trago a su botella de agua. El raver lleva gafas oscuras, no sabes jamás el color de sus ojos, tal vez violetas.

Y jamás habla.

La soledad del raver.

miércoles, 28 de abril de 2010

Sangre y semen en las heridas.




En tu espalda había huellas de sus manos sucias y puras.

lunes, 26 de abril de 2010

Su corazón era sangre y cocaína.



Ella introdujo lentamente el cañón de su pequeño revolver en mi boca.

jueves, 22 de abril de 2010

Trato de acuchillar el aire.



Como en aquella canción de los Joy me siento. Isolation.

lunes, 19 de abril de 2010

Escribes sobre el cráneo de Günter, dijo.




Sobre tu pecho desnudo sólo había fotografías de David Nebreda.

domingo, 18 de abril de 2010

Él trazó palabras en tu espalda.




Unos zapatos con un tacón roto. El espejo sucio. Y la respiración pesada de tu cuerpo al dormir.

sábado, 17 de abril de 2010

La camisa rasgada y algún abalorio punk.



Con aquella pistola de calibre pequeño en tu mano izquierda -eras zurda-, no lograbas recordar el título de la canción que te susurraba al oído.

jueves, 15 de abril de 2010

Aquellos pequeños caballos azules.




Y el silencio junto a la orina en la tierra. Tú que dejabas caer tu mano.

martes, 13 de abril de 2010

Lágrimas sobre la madera ajada.




Y el tiempo destruido, sin ti, amor.

Versos de Sylvia Plath en la cubierta del single.




Ella hubiera amado esta canción. ¿Recuerdas David cuándo hablábamos de la vida en un portal y gritábamos nombres de chicas en la madrugada?

lunes, 12 de abril de 2010

Un pétalo de Trakl bajo su camisa.




La rosa negra deshojada junto a sangre de sus pezones rasgados.

viernes, 9 de abril de 2010

The fascist regime.





Malcom McLaren ha muerto. Él los puso en marcha y el resto son ya viejos disparos conocidos. Y más actuales que nunca. El fascismo danza de nuevo en España.

lunes, 5 de abril de 2010

Leopoldo María Panero vuelve a Mondragón.




Después de ingerir tu última dosis de tepazepam, sonreíste con tus dientes podridos.

Dibuja figuras de Chagall en el aire.




Y danza como si Pollock escupiese pintura en mi rostro.