La soledad del raver.

El raver reparte pizzas, es casi imberbe, afeita su escasa barba con una vieja maquinilla Braun de dos cabezales, o estudia minuciosamente los flujos de tesorería, tal como le enseñaron en el MBA Executive cursado en Londres con el dinero de las stock options familiares. El raver vive en una habitación de apenas diez metros, con un viejo armario destartalado, y cientos de cd´s guardados en cajas que apila en una mesa demasiado delgada. El raver marca la contraseña -el título de una novela de Samuel Beckett-, en el control central de su casa domótica, que hace subir con la lentitud de un nocturno de Chopin, las persianas de acero de 150.000 dólares.

El raver apenas piensa en nada, ni en la densidad del tráfico a las 22:35 en el centro de la ciudad, ni en la aplicación de las nuevas normas NIC. El raver sólo espera. Calzar las zapatillas, enfundarse la sudadera. Y entonces ya no es nadie. Sólo una persona cegada por las luces que giran, un derviche químico que siente las líneas de bajo en el estómago. El raver no besa a las chicas que rozan sus pechos mientras bailan frente a él. El raver sólo danza. Como el aborigen que siente la tierra ardiente bajo sus pies. El raver no lleva reloj, no importa el tiempo, si fuera el día ya ha llegado. El raver enjuaga el sudor que entra en los ojos, y da un trago a su botella de agua. El raver lleva gafas oscuras, no sabes jamás el color de sus ojos, tal vez violetas.

Y jamás habla.

La soledad del raver.

lunes, 5 de abril de 2010

Leopoldo María Panero vuelve a Mondragón.




Después de ingerir tu última dosis de tepazepam, sonreíste con tus dientes podridos.

3 comentarios:

  1. Juan de Dios García5 de abril de 2010, 21:34

    Apoteósico.
    Recuerdo que les vi en el FIB 2002, mi último FIB. Fue el verano que aprobé las oposiciones. Era domingo, eran las tres de la madrugada... Era el último concierto de mi juventud.

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  2. Juan de Dios me alegra de saber de ti, pronto habrá cosas referentes a ti y tus trabajos en "Seconal", tú sigues siendo un referente en las revistas literarias con tu "Coloquio de los perros".

    Raúl, bueno eso es un textillo que escribí en unos minutillos, no lo considero ni de lejos literatura, pero algo que me atrae mucho, y admiro en los demás, es el poema en prosa, con el cual algún día quiero encararme.

    Gracias a los dos por vuestras palabras.

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